Nuestra fundación

Líneas de Expresión Doradas nace del amor profundo que sentimos por los adultos mayores y del deseo de dignificar sus vidas y darles el reconocimiento que merecen.

Aunque siempre hemos tenido una sensibilidad especial por esta población, fue la historia de mis propios abuelos la que convirtió este sentimiento en una misión de vida.

Mi abuelita, con Alzheimer avanzado, pasó sus últimos años en un hogar geriátrico, lejos de su familia y de los recuerdos que alguna vez la hicieron sonreír.

Mi abuelito, aunque lúcido, enfrentó la vejez en soledad, viendo cómo su salud se deterioraba sin tener cerca a quienes más amaba.

En aquel entonces, yo era solo una adolescente, sin los medios ni la posibilidad de cambiar su destino. Pero el dolor de no haber podido hacer más quedó en mi corazón como una promesa: Algún día haría algo por los demás abuelitos que, como ellos, merecen una vejez digna.